lunes, 27 de junio de 2011

4-Un oscuro pasado

  Jayra Las la observó de nuevo con curiosidad. Primero solo la miró por encima, luego le toquiteó el cabello observando sus rizos y su perfecta raya, después agarró una de sus manos y le miró las uñas, medio minuto más tarde le soltó la mano, le dio la vuelta y observó sus alas, un poco sosas para su gusto, pero algo se podría hacer. Por último pidió la ropa que llevaba antes de llegar aquí. Diagoa fue a regañadientes hasta el armario y le trajo la ropa que llevaba el día de captura.

  -Era una chica con buen gusto…para su mundo. Tira esto chica, aquí no se lleva...-Le dijo a Diagoa. Iba a continuar con el registro de la chica cuando se fijó en la mano que no había tocado, en aquel momento la estaba relajando, dejando ver un collar entre sus dedos. Al instante supo de qué se trataba.

  -¿Quién me ha robado? Porque los collares no andan solos, por ahora.-Echó una ojeada a la sala y en seguida supo quién era la ladrona. Agarró a Diagoa por el cuello dejándola sin respirar durante un instante. Esta intentó mover las alas para liberarse, pero fue inútil. Solo pudo musitar que ella no había sido, lo cual solo enfadó aún más a Jayra.-Soy joven pero no ingenua. ¿Te crees que no me iba a dar cuenta de que habías sido tú?-De repente la soltó, dejándola tirada en el suelo, respirando con dificultad.-Y que no se vuelva a repetir.-Le dijo mientras la chica salía asustada por la puerta. 

  Instantáneamente Galed Mer salió por la puerta, moviendo la cabeza y llamando a gritos a Diagoa.

  En ese momento Minasha levantó un poco la cabeza y se encontró con la mirada de su prima, que la observaba con curiosidad mal disimulada. No entendía lo que pasaba y por qué la miraba así una extraña. Se incorporó un poco y se dispuso a hablar:

  -Hola, he oído gritos. ¿Quién eres tú, qué pasa y por qué estoy aquí?

  -Los gritos, nada, una chica desobediente.-Jayra hizo un ademán desinteresado y prosiguió.-Yo soy Jayra Las tercera, hija de Galed Mer primera. En otras palabras, la princesa de todo esto y tú prima.

  -Es decir, soy una de esas niñas tipo Harry Potter que se dejan abandonadas para que vivan entre humanos porque una terrible amenaza se cierne sobre ellos por un malvado y cuando crezca me necesitarán como heroína. Ah, se me olvidaba, mis padres habrán muerto trágicamente.

  -Mal. Solo has acertado en lo de los padres muertos. Te voy a contar tu historia:

  >Resulta que tu padre era, por lógica, el hermano de mi madre. El hombre se acababa de divorciar de su mujer, con la que no tuvo ni un miserable hijo y el hombre lleva sin…como decirlo…tocar hembra alguna durante tres años. Ahí entra tu madre. No sé cómo se llama ni me interesa, lo único que sé de ella es que era una “trabajadora del amor” y que, en cuanto te tuvo, te tiró en mitad de un bosque humano, por miedo, he de suponer. Respecto a cómo murieron tus padres…tu padre murió asesinado por su ex (una mujer con carácter) y tu madre de cáncer de alas. No me mires así, que entre los humanos no exista no quiere decir que aquí no.-Jayra se levantó de la silla y le tendió la mano a una petrificada Minasha.-Ahora, acompáñame, te llevo a tu cuarto.-Minasha asintió y cogió su mano, aún más traumatizada que cuando descubrió sus alas.

  Jayra la llevó a un cuarto grande y espacioso repleto de aquellos curiosos muebles orgánicos y le señaló la cama.

  -Encima de la cama tienes un vestido, es fácil ponérselo con las alas, no tiene dificultad alguna, todo instinto. Allí está el armario, con más ropa, naturalmente, y en esa esquina tienes una mesa de estudio con algún libro suelto. Que más… ¡claro!!!-Jayra se acercó de una zancada a un cuadro descolorido que tiró sin ningún tipo de cuidado al suelo dejando a la vista una ventana. La abrió y un bosque de árboles pelados repleto de niebla apareció por el pequeño hueco, en ese momento tiró el cuadro por la ventana. Después contempló la vista durante un instante y después se giró hacia Minasha, que seguía como una estatua en la puerta. Pasó a su lado y se fue por el pasillo. En cuanto desapareció Minasha cerró la puerta y se tiró sobre la cama. Que buena vida le esperaba.

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