martes, 31 de mayo de 2011

3-Una familia importante.

Al principio no se reconoció, su pelo, su cara y su piel…entonces lo entendió… ¡tenía unos quince años!!! Pero aquello no podía ser… ¡si se había desmayado con doce!!! Y había otra cosa más…notaba algo en la espalda, intentó moverlo y, aunque al principio no paso nada luego vio como unas alas de aspecto ovalado y color tranparente aparecían de su espalda.

-Son mis…-Tartamudeó acobardada.

-Sí, son tus alas y, sí, para eso era la operación.-Dijo la mujer de las alas de ángel.

Minasha abrió los ojos como platos y se dejó caer sobre la cama, desmayada de nuevo.

-Genial, “qué valiente”.-Dijo la más joven de las tres mirando a Minasha.

-Imagínate que vas y te despiertas con tres años más y con una figura estilizada en un dormitorio hecho de fuego, ¿qué sentirías Jare?-Le reprochó la muchacha de la reverencia. Jare se puso roja como un tomate y abandonó la habitación entre bufidos, irradiando ira por sí misma. La mujer de las alas de ángel dedicó una mirada muy severa a la otra joven.

-Te has vuelto a pasar con tu hermana, Diagoa. Te he dicho mil veces que ella no entiende quién es ella o, mejor dicho, quién fue su padre…-Le reprochó.

-Me parece muy bien que sea una ignorante, no se lo voy a reprochar. ¡Pero de ahí meterse con ella hay un mundo!!!

-Tienes razón, pero tienes que entender que es una adolescente, que no ha vivido precisamente una vida de ensueño y va y se le presenta una cría que ni sabía que tenía alas y recibe durante tres años unos cuidados de lujo... ¿Tú como te sentirías?

-Quizá un poco mal… ¡pero no es para tanto!!!-A pesar de haberlo dicho con todo el aplomo que pudo al terminar no se sintió segura de haber hecho lo correcto, era lo que tenía hablar con Galed Mer, su reina. Siempre acababa saliéndose con la suya…estaba pensando en eso cuando Jayra Las apareció por la puerta acompañada, como de costumbre, por su séquito de cinco chicos que la rodeaban hablándole sin parar de estupideces sin trascendencia. Puso los ojos en blanco, ya podía ser la tía más guapa del mundo o la mismísima diosa Manca que no iba a dejar de caerle como un tirón de alas. ¡Siendo la hija de Galed no dejaba de caerle mal!!! Sin embargo hizo la conveniente reverencia a la chica, que sin prestarle un mínimo de atención se dirigió hacia la durmiente Minasha, la examinó bien, suspiró y preguntó:

-¿Esta es mi prima?-La respuesta de las otras dos mujeres fue muy clara:

-Sí.

martes, 24 de mayo de 2011

2-X tiempo después

   Eso fue lo primero que Minasha oyó nada más despertarse, unos pasos que se le acercaban más y más. A Minasha se le pasó por la cabeza chillar, pero luego pensó que sería más inteligente esconderse en algún lugar de la extraña habitación en la que estaba. La observó con cierto asombro y curiosidad: había un tocador, un espejo y unas cuantas camas vacías desperdigadas sin orden ni concierto. Pero eso no fue lo que más le llamó la atención de aquella especie de enfermería, sino que todos los muebles nacían de raíces y que todo estaba construido con “material orgánico”: las camas eran de ¿heno tejido?, las mantas parecían hojas gruesas ¿recubiertas de barro?, todo lo que podemos considerar muebles eran de una especie de madera ¿con hongos como mangos? y los objetos parecían estar hechos todos artesanalmente. Entonces Minasha reparó en un colgante que estaba a los pies de su cama. La verdad es que era muy bonito, era uno de esos grandes recubiertos por rubíes que salen en la tele a menudo, solo que este era ¿más natural? Minasha meneó la cabeza, los pasos prácticamente estaban allí y tenía que hacer algo, agarró el colgante y se metió en el armario. Para su sorpresa, el armario parecía no tener fin, por mucho que anduviera seguía topándose con abrigos, entonces recordó los libros de los que no paraba de hablar Bernardo, el empollón de la clase, en los que una cría se metía en un armario y acaba en un reino fantástico. ‘¡¿Más fantástico que la habitación que he dejado atrás?!!! ¡Si solo faltaba Frodo!!!’ Se dijo a sí misma, aunque para su sorpresa salió por el mismo sitio que había entrado al maldito armario. Allí la esperaban dos mujeres y una adolescente realmente oronda. Una de las dos mujeres se acercó más a Minasha e hizo, para sorpresa de la joven, una majestuosa reverencia delante suyo. En aquel momento Minasha se puso a observar mejor a la otra mujer: tenía el pelo castaño largo y tan solo llevaba puesta una ligera túnica que apenas hacía otra cosa que tapar su cuerpo y lo más raro, unas alas blancas salían de su espalda. Entonces Minasha se empezó a preguntar por qué iba así vestida si era prácticamente invierno y qué pintaban unas alas de ángel en una secuestradora infantil. Fue a decir algo, pero la mismísima mujer se le adelantó:
  -Has tardado más de lo normal en despertar de la operación de liberación, Minasha… ¿Cómo te llamaban tus padres humanos?-Minasha tartamudeó un poco ¿tus padres humanos? Eso no era así, ella era más humana que esos niños de aspecto vomitivo que sacan en las fotos de África por la tele. Aunque quizá su secuestradora tenga razón. Bueno, es lo que pasa en esos horribles libros que les mandan leer en clase…Entonces repara en algo: ¿Qué ha tardado mucho en despertar? Decidió preguntarlo, no tenía nada que perder:
  -Me llaman Morales…sí, eso…Morales de Azara. ¿Cuánto dices que llevo dormida? ¿Y de qué tenía que despertar?-Por toda respuesta la mujer se apartó y la chica que hasta hace un momento había estado agachada se levantó, chasqueó los dedos y un espejo apareciói a su lado. Minasha contuvo el aliento…

domingo, 22 de mayo de 2011

1-UN accidente insospechado.

  Minasha se despertó aquella mañana con sueño, como  muchas otras. Se había queda hasta tarde viendo su culebrón favorito en la tele; lo más alucinante es que su madre ni se enterara de eso. ¡Ella le decía que estaba estudiando con la tele para concentrarse e iba su madre y se lo creía!!! La ver verdad es que era la madre ideal: despistada, ingenua, con un doctorado en física y con buen gusto vistiendo. Se miró en el espejo de cuerpo entero que tenía delante de la cama, el pelo negro y rizado la caía de manera simétrica a ambos lados de su cara pálida sin un solo grano y con las dejas bien depiladas, después estaban sus labios finos; no podía tener ni una imperfección en la cara. ¡No podía!!! Era irritante no estar perfecta, algo horrible. Suspiró, era lo que tenía ser la delegada de clase, tenía que dar ejemplo y gustarse, total no le importaba, eso era su vida, su manera de vivir. Sin eso no era nadie, como Nadia. Se rió de su propia asimilación; Nadia era la chica rara del curso, no iba con nadie, ¡para empezar ni quería ir con nadie!!! , le gustaba la soledad; para Minasha  eso era  de ser una pringada total. Además su aspecto también era de risa (exceptuando sus perfectos dientes, claro): su pelo era de un tono marrón normal lleno de enredones, vestía con ropa poco llamativa de colores lisos y tenía un problema de crecimiento haciendo que su cuerpo aun pareciera de niña. Minasha seguía martirizando mentalmente a Nadia y pensando en sus múltiples defectos, como que sus notas eran normales (seises y sietes) y que tenía amigos chicos cuando su madre la llamó, se le hacía tarde. Corrió a su armario de sudaderas y un mundo de sudaderas se desplegó ante ella, las ojeó un poco y se decidió por la de Oxford, luego cogió unos vaqueros desgastados y un camiseta de Adidas ajustadísima y fue a desayunar.

  Minasha llegó al instituto acompañada de Marta, su “mejor amiga”, iban hablando de que no era justo que la foto de fin de curso fuera el lunes porque tenían gimnasia y que podía decir Minasha en la reunión semanal de delegados del curso cuando pasó. Primero fue un simple ruido, luego fue incrementando poco a poco hasta ser peor que mil teteras hirviendo al mismo tiempo. Minasha chilló y se tapó los oídos, pero no había manera de que aquel estruendo parara. Desesperada echó a correr hacia el instituto sin pararse a mirar si Marta había podido seguirla, en aquel momento le daba igual, solo le importaba sobrevivir sin volverse loca y no paró hasta  llegar al armario de su clase y meterse dentro de él con las puertas cerradas. Pero cuando ya parecía que todo había pasado Minasha notó un aliento  húmedo en su espalda, se giró y vio a un gigantesco lobo detrás de ella, intentó gritar, pero no podía. Notó que las piernas le fallaban y empezó a perder el conocimiento. Lo último que vio fue la cara de una chica de su edad, después, se desmayó.