domingo, 22 de mayo de 2011

1-UN accidente insospechado.

  Minasha se despertó aquella mañana con sueño, como  muchas otras. Se había queda hasta tarde viendo su culebrón favorito en la tele; lo más alucinante es que su madre ni se enterara de eso. ¡Ella le decía que estaba estudiando con la tele para concentrarse e iba su madre y se lo creía!!! La ver verdad es que era la madre ideal: despistada, ingenua, con un doctorado en física y con buen gusto vistiendo. Se miró en el espejo de cuerpo entero que tenía delante de la cama, el pelo negro y rizado la caía de manera simétrica a ambos lados de su cara pálida sin un solo grano y con las dejas bien depiladas, después estaban sus labios finos; no podía tener ni una imperfección en la cara. ¡No podía!!! Era irritante no estar perfecta, algo horrible. Suspiró, era lo que tenía ser la delegada de clase, tenía que dar ejemplo y gustarse, total no le importaba, eso era su vida, su manera de vivir. Sin eso no era nadie, como Nadia. Se rió de su propia asimilación; Nadia era la chica rara del curso, no iba con nadie, ¡para empezar ni quería ir con nadie!!! , le gustaba la soledad; para Minasha  eso era  de ser una pringada total. Además su aspecto también era de risa (exceptuando sus perfectos dientes, claro): su pelo era de un tono marrón normal lleno de enredones, vestía con ropa poco llamativa de colores lisos y tenía un problema de crecimiento haciendo que su cuerpo aun pareciera de niña. Minasha seguía martirizando mentalmente a Nadia y pensando en sus múltiples defectos, como que sus notas eran normales (seises y sietes) y que tenía amigos chicos cuando su madre la llamó, se le hacía tarde. Corrió a su armario de sudaderas y un mundo de sudaderas se desplegó ante ella, las ojeó un poco y se decidió por la de Oxford, luego cogió unos vaqueros desgastados y un camiseta de Adidas ajustadísima y fue a desayunar.

  Minasha llegó al instituto acompañada de Marta, su “mejor amiga”, iban hablando de que no era justo que la foto de fin de curso fuera el lunes porque tenían gimnasia y que podía decir Minasha en la reunión semanal de delegados del curso cuando pasó. Primero fue un simple ruido, luego fue incrementando poco a poco hasta ser peor que mil teteras hirviendo al mismo tiempo. Minasha chilló y se tapó los oídos, pero no había manera de que aquel estruendo parara. Desesperada echó a correr hacia el instituto sin pararse a mirar si Marta había podido seguirla, en aquel momento le daba igual, solo le importaba sobrevivir sin volverse loca y no paró hasta  llegar al armario de su clase y meterse dentro de él con las puertas cerradas. Pero cuando ya parecía que todo había pasado Minasha notó un aliento  húmedo en su espalda, se giró y vio a un gigantesco lobo detrás de ella, intentó gritar, pero no podía. Notó que las piernas le fallaban y empezó a perder el conocimiento. Lo último que vio fue la cara de una chica de su edad, después, se desmayó.




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